El embarazo es una aventura y, como tal, no está exenta de riesgos. La inmensa mayoría de las gestiones son de riesgo bajo y medio y existen terapias para las que lo tienen alto o muy alto. Pero ¿qué es un embarazo de riesgo? Pues aquel que tiene factores asociados que pueden afectar negativamente a la salud de la madre o del bebé. Un buen control médico del embarazo resulta clave para evitar problemas mayores. Pasamos a describir los diferentes niveles de riesgo que puede haber en un embarazo.
Embarazo de bajo riesgo
Es el embarazo normal. Si hay alguna complicación (25%) se detectaría a tiempo para aplicar el remedio con los controles normales (análisis, una ecografía por trimestre y visitas al tocoginecólogo).
Embarazo de riesgo medio
Son situaciones que exigen algún control añadido, que se pueden manejar desde la atención primaria. Estarás en este grupo si tienes menos de 17 o más de 38 años, si fumas, si mides menos de 1,45 m, si engordas mucho (más de 15 Kg) o muy poco (menos de 7 Kg), si has estado dos años buscando el embarazo y si han pasado menos de 12 meses desde el anterior.
Embarazo de riesgo alto
Puede haberlo para ti o el bebé y tal vez te deriven a un nivel asistencial hospitalario en estos casos: anemia, embarazo múltiple, obesidad mórbida, diabetes gestacional, antecedentes de aborto o prematuridad, hepatitis B y C, VIH, sífilis, herpes genital, toxoplasmosis, pielonofritis, rubéola, sospecha de malformación fetal.
Embarazo de riesgo muy alto
Factores de riesgo alto que se complican y éstos: diabetes pregestacional, drogadicción o alcoholismo, malformación del útero, defecto fetal, placenta previa oclusiva, preeclampsia grave y eclampsia, amenaza de parto prematuro (antes de la semana 37), rotura prematura de la bolsa, crecimiento fetal retardado. Pueden requerir un hospital tecnológico, nivel C.