Un alimento para su cerebro
Después de nacer el bebé, su cerebro debe seguir madurando. Gracias a las experiencias que vive el niño, elimina las conexiones neuronales que utiliza poco y refuerza las que maneja más a menudo. En este sentido, la experiencia del contacto corporal actúa así:
✒ Cada vez que los padres acarician al bebé, su cerebro se inunda de las llamadas hormonas de la felicidad: la oxitocina y las endorfinas.
✒ Estas sustancias hacen que las células en las áreas del cerebro donde residen el pensamiento y el lenguaje se ramifiquen y aumenten en cantidad. Esto favorece el desarrollo de su inteligencia y, además, estructura su cerebro de un modo especial.
✒ Por eso en la edad adulta, las personas que de niños gozaron de muchas caricias producen más endorfinas en los momentos de bienestar y felicidad que las que no recibieron tanto afecto.
✒ Se sabe que si un bebé no es acariciado nunca y nadie juega con él, acaba desarrollando un cerebro entre un 20% y un 30% más pequeño de lo normal para su edad.