Durante la primera infancia, los testículos pueden no descender demasiado, pero si al final de la primera infancia (hacia los 6 o 7 años, aproximadamente) uno o los dos testículos todavía no han bajado hasta el escroto, es necesario que el niño se someta a un tratamiento médico o una intervención quirúrgica.
De todos modos, es posible que el frío y un estado de ansiedad retraigan los testículos hasta el conducto inguinal, donde siguen siendo palpables. Obviamente estas situaciones son simples actos reflejos y no son síntoma de ningún trastorno ni defecto anatómico.